09 mayo 2009

La Muerte por la ventana

Abrí los ojos poco a poco, con la esperanza de no encontrarme algo que no quisiera ver, pero fue inevitable, me di con la desagradable sorpresa de encontrarla muerta al filo de mi cama, todavía no sabia si estaba dormida o sin vida, pero lo note al palpar la sangre pegajosa en las sabanas oscuras.

Tres días antes, estábamos tomando vino y compartiendo una noche húmeda, los dos solos en la azotea de mi casa, tuvimos cuidado de no resbalarnos con el agua empozada porque llovió demasiado la noche anterior, tomé una de esas cajas de cerveza, ya despintada por el tiempo, y nos sentamos en unos pequeños banquitos que guardaba por precaución en caso de que mi inexistente sala no sea la mas cómoda para posibles invitados. Acomodamos los dos juntos nuestra mesa improvisada, como si nos leyéramos la mente, ella colocaba un mantel y yo las copas, todo perfectamente coordinado, nunca fui perfeccionista, pero existen momentos en los que es necesario serlo, por suerte había luna llena, se me habían acabado las velas y pensaba que el poste de alumbrado nos sería suficiente, luego me percate que estaba malogrado, aunque la noche hubiera sido diferente con esa luz naranja tan agresiva, igual eso no fue impedimento para continuar conversando, de ella, de mi, de nuestras vidas en general. Me atrajo tanto su forma de ver las cosas, sus gustos, eran raros para ser mujer, pero lo que más me gustaba es que a veces me hacía sentir un estúpido, me contaba cosas que nunca supe antes de esa charla, que existían o que habían sucedido, fue algo revelador encontrar a una persona así, a veces dicen que los polos opuestos se atraen, no soy físico, pero los polos se pueden ir a la mierda, esta mujer es mi versión femenina! y aun asi tengamos todo en común, me sentía sumergido en cada palabra que decía.

Luego de terminarnos la botella entera de vino, que en realidad no era muy conocido y supongo que se sintió bueno por el mismo ambiente que se creó entre los dos, la madrugada empezó, dejamos todo tirado en el techo y bajamos para abrigarnos un poco, puse algo de bossa nova que tenia por ahí, el volumen casi al mínimo. Nos sentamos en mi sofá verde lleno de papeles y apuntes antiguos, nos miramos como si recién nos hubieran presentado, no me pude contener y la besé. Esa noche lo único que pude hacer fue amarla, no tenía fuerzas para más, unas horas después, luego de escuchar por un rato los crujidos de la casa, nos quedamos dormidos bajo una frazada a cuadros rellena de plumas que compró un viejo amigo en un mercado de pulgas cerca a San Francisco y la cual me regaló debido a una mudanaza imprevista.

A la mañana siguiente me desperté por el silbido de la tetera, ella estaba preparando el desayuno y solo vestía una vieja polera que seguro encontró tirada cerca del sillón. Se le veía tan natural, no podía creer que estaba conmigo en esos momentos. Pasamos la mayoría del día juntos, leyendo, escuchando música, conversando sobre cosas sin sentido, hasta que tuvo que irse. Me dijo que regresaría en la noche, la sentí algo nerviosa cuando dijo eso, pero la deje salir tranquila, me quede solo, ya estaba acostumbrado a eso, leyendo me quedé dormido, nunca llegó. La esperé casi dos días, lo unico que pense fue en llamarla,salí al teléfono publico, con algo de desesperación metí unas monedas y la llamé, no contestaba, esa maldita contestadora con voz de una mujer robotizada ya me estaba reventando el cerebro, decidí irme resignado de no saber de ella nunca más, esa noche me emborrache con un ron barato y perdí la conciencia, no sabia seria la ultima vez que sentiria su cuerpo frio cerca de mí, cuando asome la vista un poco vi a la muerte saliendo por la ventana.